Suiza es el país de los Alpes, a pesar de que Francia, Italia, Alemania, Eslovenia o Austria, compartan con él esas montañas que le han dado su carácter. Suiza es un país de montañas y de valles, de cumbres nevadas, ríos y lagos. La naturaleza es el primer atractivo del país helvético.
Deportes y naturaleza.
La visita de Suiza es la visita de montañas y glaciares, de lagos que casi parecen pequeños mares y carreteras bellísimas. No en vano Suiza es un paraíso para montañeros, senderistas y cicloturistas. Escalada, puenting, rafting, bicicleta de montaña o vías ferratas son algunas de las disciplinas que se disfrutarán en Suiza.
La naturaleza es el decorado de una historia larga, la de los mineros, pastores y agricultores que poblaron estas tierras en mitad de imperios e invasiones. Tierra de montañas y tierra de paso, desde siempre. Cumbres míticas como el Zermatt (Cervino); el cercano Mont Blanc que se ve bien desde Suiza; el Matterhorn; la Dent Blanche; Obergabelhorn; Zinal Rothorn, Weisshorn, Mischabel, el glaciar de Breithorn o la garganta del Gorner; la terraza de observación Sphinx; los miradores de la Torre Gibloux; la cresta de Mundaun con sus tres teleféricos; la estación de esquí de Glacier 3000 en Les Diablerets; los Creux du Van; o el Gelmerbahn su funicular y lago glaciar, la lista de maravillas es interminable.
En Suiza existen 19 Parques Naturales repartidos por todo el país, siendo dos de ellos periurbanos, lo que muestra el interés de integrar desarrollo y población humana con entorno natural.
Patrimonio.
Los suizos fueron reputados durante siglos por sus soldados. Gentes guerreras que sin embargo consiguieron la paz mucho antes que otras zonas de Europa. Tierra rica por su pericia y su laboriosidad, Suiza mezcla alta tecnología y gastronomía tradicional. Quesos y chocolates mundialmente conocidos, tanto como sus relojes y aparatos de alta tecnología. Hoy el diseño, el lujo y el arte se han unido como estandartes de un país tan moderno como apegado a su historia.
Las ciudades y el patrimonio arquitectónico mezclan esos dos aspectos. Encontramos la arquitectura tradicional, con casitas de madera y muros donde se aprecian las vigas de la Suiza Oriental (muy parecido al colombage de Francia o Alemania); las casas de piedra en el Tesino; las grandes casonas de la Engadina; los grandes chalés de madera “walser”, chalets de Berna o del Jura; las casas de colores pintadas del Appenzell que recuerdan a la Rep. Checa o Austria…
Junto a esta arquitectura tradicional encontramos buenas muestras de los estilos más vanguardistas y contemporáneos, donde Suiza ha destacado mucho. El Estilo Internacional tiene a Le Corbusier. El arquitecto trabajó y vivió mucho en Francia, ya que su estilo no fue bien recibido en Suiza, pero dejó dos de sus realizaciones en aquí: la Villa Jeanneret-Perret y el Museo Heidi Weber. La arquitectura contemporánea es uno de los valores que más han destacado en los últimos años, con ejemplos en los nuevos museos o en realizaciones como la Place Rouge de St Gallen. Después, como veremos, esas nuevas tendencias se han plasmado en los alojamientos con encanto que jalonan la geografía helvética.
Ciudades como Berna, la capital, Zúrich, Lausana, Ginebra, Basilea, Friburgo, la Riviera del lago Leman con Montreux y Vevey, Lucerna, St Moritz, Lugano, St Gallen o Interlaken son nombres de sobra conocidos. Evocan libros, películas y recuerdos de Suiza, de sus montañas, sus monumentos y gastronomías. Ciudades diversas, con caracteres propios que recuerdan otros países de Europa (Francia, Italia, Austria, Alemania…) pero que comparten un eminente espíritu suizo.
Suiza posee 12 sitios integrados en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, entre ellos el casco viejo de Berna.
Los museos suizos no son demasiado conocidos pero se encuentran entre los mejores de Europa, sólo algunos ejemplos: el Museo Jean Tinguely de Basilea, el HR Giger Museum de Gruyere, el Zentrum Paul Klee de Ginebra o el LAC Lugano Arte e Cultura. A ellos se unen fundaciones como la del Chaplin’s World en Vevey o la Fundación Beyeler en Riehen.
Trenes y vino.
El ferrocarril retico también forma parte del Patrimonio de la UNESCO y junto a los viñedos y mini-restaurantes de Lavaux junto al lago Lemán son una de las muestran de dos elementos muy interesantes del paisaje y de Suiza. Tren y vino son dos atractivos que hay que descubrir en Suiza, ya que ambos nos permiten llegar a conocer mucho mejor el país.
El primero porque el tren ha sido fundamental a la hora de unir las regiones y ciudades del país. El segundo, porque junto con el queso permite elevarnos aún más altos que las cumbres de los Alpes.
Hay que descubrir los vinos suizos, que generalmente no llegan hasta nosotros y son, como sus quesos y embutidos, productos de gran calidad. Tanto los blancos como los excelentes tintos.
Todas las zonas del país cuentan con variedades y Denominaciones de Origen, muchas de ellas muy singulares y casi únicas.
En la Suiza germánica de suelos predominantemente calcáreos donde domina el Pinot Noir y el Riesling-Silvaner (o Müller-Thurgau) comunes también en las vecinas Borgoña y Alsacia en Francia. En cambio el Räuschling (de Zúrich) o el Completer (en los Grisones), son autóctonas. La zona no produce demasiado pero todo es de calidad.
En el Valais el suelo se asemeja mucho al del Mediterráneo lo que permite su cultivo en zonas bajas cercanas al Alemán y también en valles más altos como en Visperterminen a más de 1100 metros de altura. Casi la mitad del vino suizo se produce aquí con algunas variedades casi endémicas (Petite Arvine, Amigne, Humagne blanca o roja, y Cornalin). El Chasselas (también presente en el Tarn-et-Garonne, en Francia) el Pinot noir y el Syrah los más comunes, sin embargo. Todos los vinos son magníficos.
El Vaud otra de las zonas más prestigiosas del vino suizo. La zona del Lavaux es la más conocida por ser parte del Patrimonio de la UNESCO, con sus terrazas elevadas sobre el lago Leman. A destacar los vinos blancos afrontados y frescos hechos con Chasselas. Los tintos son, sobre todo Gamay y Pinot noir.
Neuchâtel, con varios blancos y tintos pero donde destaca el Neuenburger Rosé, un rosado de mucha calidad y afrutado con el famoso “Œil-de-Perdrix» ojo de perdiz.
La zona de Ginebra es muy innovadora, donde se producen Chasselas,Chardonnay, Riesling, Sylvaner, Pinot blanc, Aligoté, Sauvignon blanc, Pinot gris o Gewürztraminer y Viognier en blanco. Pinot noir, Gamay, Gamaret, Merlot y Cabernet franc en tinto.
Por último el Ticino en la zona sur de los Alpes con influencias mediterráneas también. Merlot en tinto y bianco, Bondola, Pinot noir, Cabernet Sauvignon y Cabernet franc en el vino tinto, Chardonnay, Chasselas, Sauvignon y Sémillon para los blancos.
Suiza es un país resplandeciente donde el cuidado de la naturaleza, del urbanismo, de las calles y las ciudades destaca y sorprende. La calidad de sus infraestructuras, hoteles, trenes, aeropuertos es muy grande y siempre busca una justa medida entre la utilidad, la forma y el diseño. Suiza es un país caro, con un nivel de vida mucho más elevado que el de Alemania o Francia, con lo que el viaje exige un dispendio mayor. Los servicios turísticos se encuentran a la altura de ese precio y son cuidados y profesionales.
Suiza es también un lugar para los amantes de las compras de lujo, de la moda, la relojería y las joyas. Los precios están a altura de la calidad.
Los alojamientos que hemos conocido apuestan por destacar en algún aspecto, ya sea gastronómico, diseño arquitectónico, gastronomía o situarse en un emplazamiento único. Hacer del viaje a Suiza un viaje inolvidable y único, algo que nos provoque nostalgia y que haga del recuerdo un sueño de la realidad que se ha vivido.
Para más información sobre los alojamiento sólo tienen que escribirnos: